Del noble inglés a nuestras mesas: la curiosa historia del sándwich
Lo comemos en viajes, en la playa o entre una reunión y otra. Pero… ¿sabías que el sándwich tiene un origen aristocrático?
Todo comenzó en la Inglaterra del siglo XVIII, con John Montagu, cuarto conde de Sandwich. Era un apasionado jugador de cartas que no quería interrumpir sus partidas para comer. Así que pidió algo sencillo: carne fría entre dos rebanadas de pan.
Podía seguir jugando sin ensuciarse ni usar cubiertos.
Los demás jugadores, curiosos, comenzaron a pedir “the same as Sandwich” — lo mismo que Sandwich — y así nació el nombre que dio la vuelta al mundo.
La idea no era completamente nueva: griegos y romanos ya usaban el pan para envolver sus comidas. Pero el conde logró algo único: convertir un gesto cotidiano en un símbolo moderno de comodidad y sabor.
Durante el siglo XIX el sándwich cruzó el Atlántico, se hizo popular en América y más tarde conquistó toda Europa. En el siglo XX se volvió sinónimo de libertad, descanso y viaje.
¿Quién no ha comido un sándwich durante un trayecto hacia el mar o una escapada de fin de semana?
Hoy encontramos miles de versiones: el club sandwich, los tramezzini italianos, los bagels americanos… pero el espíritu sigue siendo el mismo: pan, relleno y placer.
Y, al igual que un buen sándwich, unas vacaciones perfectas combinan los ingredientes adecuados: naturaleza, descanso y emoción.
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